lunes, 10 de diciembre de 2007

Todos necesitamos a alguien

Cuando el pensamiento es claustro intímo del alma
habitado por dos, nace la oración.
Habla uno en silencio, lleno de voz...

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Todos necesitamos a alguien. Desde que nacemos somos la herida abierta de un nombre, príncipes voluntariamente destronados por la sombra de un ser. En nuestros primeros balbuceos destella la corola de unos labios que nos pronuncian. Y si abrimos los ojos alguien nos cruza a su ladera. Todos necesitamos a alguien parta tener historia, para entrar en la aurora con las alas de un secreto, para atardecer en el horizonte cansado de otro corazón. Todos necesitamos a alguien para que nuestras palabras se escuchen como señas de lo que en silencio constantemente arriba. Y así quien responda sepa que la voz que oye está pulsada por la translúcida campana de lo ausente. Todos necesitamos ser sueño de alguien para que se abra en nuestra soledad el cuerpo de lo invisible y abracemos su fantasma de luz hasta confundir el tiempo. Todos necesitamos deshabitarnos en la memoria de alguien cuando la sangre desborda sus estrellas. Nuestra imagen, clara se refleja en la distancia hacia otro ser. Nunca triunfamos solos, sino que siempre en corazón planta su rosa en el centro de nuestra gloria. Y su aroma nos devuelve a la pureza del principio. Nunca fracasamos solos, pues la fidelidad de una voz en su tiempo nos resucita. Detrás de cada movimiento nuestro otros pasos nos dibujan en su paisaje. Y no hay silencio sin dos. Somos el flujo de la mirada que nos sostiene, el ala rota del pájaro de otro pecho. Y si lloramos nuestras lágrimas resbalan por el espacio vacío que dejó otro ser. Somos el infinito de un momento de amor, el rostro de quién un día nos besó. Y se hizo carne. Somos el día siguiente de un cuerpo que una noche nos navegó. Somos lo que no somos cuando alguien dentro de nosotros ardió. Vivimos como una cometa prendida al seno del aire de otro ser. Su pulso es nuestro rumbo. Y cuando ya no estemos alguien todavía respirará el mundo desde nosotros.

Javier Lostalé










1 comentario:

Simplemente Olimpia. dijo...

Ser siempre de otro....hay quien dirá que es una condena, un lastre, una penitencia...pero amobs sabemos, que no es asi.
Que si no somos de nadie, ni siquiera nos pertenecemos.
"NO ser de ti, es no ser siquiera yo".

Olimpia.

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