lunes, 30 de julio de 2007

Escucha esta canción que late...


A mis amigos

Siempre creí que el privilegio, el alivio y el consuelo más grande de la amistad consiste en que no es necesario explicar nada.

Los silencios entre amigos constituyen auténticas conversaciones, lo que importa no es lo que se dice, sino lo que jamás resulta preciso decir.

Para mi un amigo es aquel que escucha la canción de mi corazón y me la canta cuando me falla la memoria.

El simple conocimiento de una amistad hace posible resistir la soledad, la enfermedad y la confusión, aunque el amigo carezca de medios para ayudarte. Basta con su existencia.

La amistad no mengua con la distancia, ni con el tiempo, la reclusión o la guerra, el sufrimiento o el silencio. Es allí en donde más hondamente arraiga. Es allí donde florece. Lo que más nos sostiene diariamente no es tanto la ayuda de nuestros amigos, como la seguridad de saber que podemos contar con ellos.

Para mí, mis amigos han hecho la historia de mi vida, de mil maneras han cambiado mis limitaciones en privilegios maravillosos y me han permitido caminar serena y feliz diariamente.

Hoy quisiera poder ahorrarte toda pena, todo fallo, cualquier fracaso, pero entonces vivirías ajeno a los demás. Una familia, un matrimonio, una amistad o un amor se construyen tanto con dolores como con alegrías, tu más que yo hoy lo sabes.

Si pudiera darte algo hoy sería la paz en lo más profundo de tu vida, que fuese serena y firme en todas las adversidades.

Te deseo felicidad, pero no la felicidad que se compra dando la espalda al mundo, ni la de renunciar por comodidad a tus sueños. Te deseo la felicidad de hacer todas las cosas lo mejor que puedas, de correr el riesgo de intentarlo, de correr el riesgo de dar y, por que no, de correr el riesgo de amar nuevamente.

Te deseo la alegría de tener siempre a alguien con quien compartir tus cosas. Deseo que a veces y sólo a veces, consigas lo que anhelas en vez de lo que necesitas. Te deseo la sorpresa de hallar algo mejor de lo que te atreviste a esperar.Te deseo buenos recuerdos con que soportar los malos tiempos y confío en que siempre tendrás en tu vida un espacio para otra amistad.

Y siempre, cuenta tu jardín por las flores no por las hojas caídas, cuenta tus días por las horas doradas y olvida las penas vividas, cuenta tus noches por estrellas, no por sombras, cuenta tu vida por sonrisas, no por lágrimas y para tu mayor gozo cuenta, en esta vida, tu edad por amigos, no por años.

Con todo mi cariño

Joshua Naraim


Agradecimiento: Este texto es la adaptación y aceptación de un hermoso pps recibido de uno de mis “años” argentinos. Gracias Edu

2 comentarios:

UMA dijo...

Porque hoy necesito contar esas flores, esos momentos, y ver el medio vaso lleno, tus palabras tornan en un abrazo, se hacen caricias las palabras y me hundo fiel en tu mano.
Bellìsimo, Alto Mago, y gracias.

Carz dijo...

Te reconozco amigo Joshua. Reconozco en tu discurso a la persona que, desde hace años, escribe con lucidez y hondura.

Y casi como dice Uma, aunque hoy no voy a contar las flores del jardín, pues como dicen los Samburu, basta con saber que existen, me quedo en ellas agradeciendo al destino su presencia.

Y la vuestra.

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