jueves, 11 de agosto de 2005

La frontera



"En esta vida la verdad está siempre en otro sitio;
cuándo somos jóvenes creemos que mejoraremos con los años,
y cuándo ya tenemos años sentimos la nostalgia de la juventud.
Mientras estamos en casa pensamos que la verdadera vida
está en la India o en América
y si fueramos allí nos acordaríamos siempre de casa."

Vicki Baum

LA FRONTERA


Todos vivimos en la frontera, a un paso de la felicidad y a otro del abandono y el desamparo. Somos unos refugiados sin territorio que estamos pendientes de que alguien nos nombre para sentirnos habitantes de algún lugar. Nos vestimos cada día sin saber cuántos grados de soledad seremos capaces de alcanzar, o si, por el contrario, nos sucederán tantas cosas que hasta nuestra chaqueta se sentirá extraña. Y al arribar la noche no sabremos dónde estamos, cuánto nos queda para llegar a la maravilla o al precipicio. Libramos una batalla con nosotros mismos en la que somos reyes y mendigos. Mientras nos ponemos la corona del triunfo o del dinero, nuestro corazón despojado muestra sus harapos. Todos vivimos en la frontera, en la invisible línea que separa palabra y silencio. Hablamos y no hacemos sino callar lo que realmente queremos decir. Guardamos silencio y nos desnudamos de tanto contar. Abrimos una puerta y cerramos un sueño. Tapiamos una ventana y los ojos se queman con el paisaje. Recibimos una carta y el tiempo pasado borra sus letras. Entre lo claro y lo oscuro navega nuestro pensamiento, y arde cuando sólo quedan las cenizas. Toca la verdad pero se ve deslumbrado por la mentira. Su alma es la razón y, sin embargo, a veces delira. Nada es como es y todo es como nunca fue. Así, instalados en esta frontera del desconcierto, transcurrimos. Nuestros labios mueven el aire del beso y una piel se estremece mientras huye. Nuestras manos se tienden sobre un cuerpo y se vuelven sordas. Queremos hacer algo y nos llaman de otra parte. Nos quedamos quietos y giramos veloces empujados por deseos y presencias. Perseguimos lo imposible y pasamos de largo ante lo que nos ofrece su compañía. Afirmamos estar enamorados y nunca medimos el amor por la calma de los días. Decimos «sí», y sólo pensamos en nosotros. Escribimos «no», y entre las dos letras tiembla la duda. Plantamos una rosa y crece sólo la herida hecha por sus espinas. Todos vivimos en la frontera, anudados a la paradoja, sirvientes del dolor en la alegría y de la ignorancia en el saber. Todos vivimos en una lágrima dentro de la felicidad. Todos tenemos lo que perdemos y escuchamos lo que no nos dicen. Todos habitamos aquello de lo que fuimos desterrados. Todos pregonamos unos principios desmentidos luego por nuestros actos. Y al cruzar a la otra orilla nos ahogamos arrastrados por las voces que ya no oímos. ¡Qué delgada frontera abre y cierra nuestra vida!

Javier Lostalé
(De La estación azul, recogido en La rosa inclinada (poesía 1976- 2001), Madrid, Calambur, 2001, pp. 253-254).

Nota: Me hubiera gustado acompañar este texto con la música de la página "Lucernario", pero no he podido o sabido localizarla.




2 comentarios:

UMA dijo...

"La cuestiòn que determina còmo responde la gente a lo que se està diciendo es quièn es."(R.Altman)

Alto Mago:¡Qué delgada frontera abre y cierra nuestra vida!
Si que si. Me quedo en la vereda del sol...sòlo por hoy.
Un abrazo.
Ha sido un placer.

indah dijo...

Puedo pedirle a Stilya que te la envíe (la música), aunque quizá, ahora en agosto, esté de vacaciones :) No importa, puedo hacerlo, ahora, o en septiembre. Seguro :)

Si quieres, dímelo, ¿sí?

Jobar con la nueva forma que han encontrado para la kk del spam... madre mía.

Y, ¿cómo es que yo no había leído lo de la música? Ah, ya sé he estado pufffffffff... y creo que me faltan efes :))

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